LLENA TU CUERNO
Al final del capítulo 15 de 1 Samuel se presenta al profeta Samuel llorando por Saúl. Dios había desechado a Saúl como rey.
Desobedeció y ahí terminó su reinado. Samuel hacia duelo por Saúl y lloraba.
En el capítulo 16. 1:
Dijo Jehová a Samuel: ¿Hasta cuándo llorarás a Saúl, habiéndolo yo desechado para que no reine sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite, y ven, te enviaré a Isaí de Belén, porque de sus hijos me he provisto de rey.
Había propósito. Samuel tenia tarea.
Samuel que cortó en pedazos a Agag rey de Amalec,( 1 Samuel 15.33) es el mismo que le dice a Dios ¿Cómo iré? Por temor a Saúl.
Nos pasa que el llanto , el derramar lágrimas, y quedarnos mucho tiempo en ese lugar de tristeza provoca
que perdamos la visión de lo que está delante. Nos debilitamos y empieza el temor a rodearnos .
Samuel recibe de Dios dejar de llorar al rey Saúl, pero....
no lograba ver a causa de sus lágrimas que estaba pasando.
Samuel seguia encerrado en esa situación, llorando y llorando.
Está bien llorar por lo que perdemos y estar tristes. Es un proceso. Pero imagina para que el Dios de amor, de compasión, le pregunte ¿Hasta cuándo vas a llorar? es porque Samuel no hacía otra cosa que llorar y el tiempo pasaba.
Ese proceso largo de duelo no ayudaba y estorbaba el plan de Dios.
Nos pasa que nos deprimimos por cosas perdidas olvidándonos de la fortaleza de Dios que está siempre para sostenernos.
No es que no se pueda llorar. Si, llorar también nos sana pero lo peligroso al alma es cuando nos quedamos en esa angustia y no pedimos ayuda. Cada día es más intenso el dolor porque no lo compartimos a otros, no lo hablamos y eso aún más nos lastima.
Samuel había perdido sus expectativas e ilusiones respecto a Saúl.
¿No te pasa que te encontras enredado , encerrado, llorando por cosas que no sucedieron, que no resultaron y decidiste no continuar en alguna tarea? O quizás te apartaste de Dios por perder una ilusión, y quedaste en la cárcel de la desesperación.
Si Dios deshechó para que llorar?
El cuerno del profeta estaba vacío, no tenía aceite porque Samuel se había ocupado de sus lágrimas y no lograba ver ni oir lo que Dios estaba haciendo.
No veía lo nuevo. ¿Cuántas veces Dios nos espera porque estamos muy ocupados en nosotros mismos? ¿Llorando porque no conseguimos nuestros caprichos?
Mientras Samuel lloraba, Dios se proveía, (1 Samuel 16)
Dios dejó que llorara pero no para siempre porque la voz de Dios nos levanta y saca de esos encierros.
Dios secó sus lágrimas y lo comisionó a casa de Isaí, porque unos de sus hijos había sido escogido para rey.
(1 Samuel 16.13)
El plan de Dios era ungir a David pero necesitaba a Samuel enfocado, mirando hacia la meta y con aceite en su cuerno.
El Padre Eterno nos consuela, comprende nuestras desilusiones, entiende nuestras lágrimas y nos ayuda a salir de esos lugares de angustia, porque la tristeza profunda y duradera apaga la llama de su Espíritu en nosotros y vacía el aceite de nuestro cuerno.
Largo camino te queda...
¿Hasta cuándo llorarás?
Dios te bendiga
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