CUANDO LLEGA LA NOCHE

                                                      CUANDO LLEGA LA NOCHE

Hay un momento que todo se silencia porque de alguna manera el día para muchos finaliza y quedamos a solas con Dios.

Unos agradecidos, otros ya dormidos y muchos afligidos por el día por la noche y por el otro día.

¿Qué pasará mañana? ¿Qué haré mañana?

Dudas como olas de un mar embravecido asaltan nuestra mente, aceleran nuestro corazón y el miedo empieza lentamente, sutilmente a acercarse a nuestros oídos para susurrar mentiras desde las sombras de la noche.

Pero hay uno mayor que ya venció. Por amor a él mismo nos conecta a la verdad de su Espíritu, a la realidad en Cristo de nuestro espíritu y por esa impartición nuestra alma empieza a clamar y como humo la ansiedad se esfuma, desaparece juntamente con dudas y temores.

Ahí está él, el Padre, con su vara y su cayado infundiéndonos aliento.

Podemos expresar con confianza y a voz de cuello:

El Señor es mi pastor; tengo todo lo que necesito. En verdes prados me deja descansar; me conduce junto a arroyos tranquilos. Él renueva mis fuerzas. Me guía por sendas correctas, y así da honra a su nombre. Aun cuando yo pase por el valle más oscuro, no temeré, porque tú estás a mi lado. Tu vara y tu cayado me protegen y me confortan. Me preparas un banquete en presencia de mis enemigos. Me honras ungiendo mi cabeza con aceite. Mi copa se desborda de bendiciones. Ciertamente tu bondad y tu amor inagotable me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa del Señor viviré por siempre.

Salmos 23:1‭-‬6 NTV